Hooligans

Fútbol en el cine británico

La pertenencia al grupo es algo ligado a la identidad. La Antropología nos dice que es algo proveniente de la necesidad de sobrevivir al entorno hostil, desarrollado durante la larga evolución de la especie humana. La aparición del instinto agresivo, pues, es algo consubstancial a la supervivencia. Su derivada posmoderna es la agresividad aplicada hacia el elemento hostil de las sociedades occidentales: el otro –a estas alturas todos sabemos que el depredador de cualquier ser humano es otro ser humano-,  y dos de sus desencadenantes son la angustia y el aburrimiento vital, peculiares compañeros en nuestra contemporaneidad.

En la más alta significación de la civilización, en el imperio del orden y las buenas maneras, en la cuna de un noblísimo deporte cual es el Football: en Inglaterra, aparece el fenómeno de los Hooligans, que resulta acaso todo lo contrario de lo anteriormente descrito, o bien la cara oculta de su sociedad y más allá aún, en ocasiones su verdadero rostro. En todo caso, manadas de anglosajones salvajes vestidos de Burberry’s han campado a sus anchas y siguen haciéndolo por estadios, calles y locales ingleses (y europeos) entonando los más desgañitantes cánticos tribales y sacudiendo mamporros a diestro y siniestro con furor cervecero.

Asimismo, para la inmensa mayoría, con ánimos menos belicosos, el domingo por la tarde significa la esperada reunión en el comedor o el salón de una casa, de un bar o de, por supuesto, un estadio para gozar de aquello que se ha dado en llamar el nuevo circo romano, panem et circenses, cerevisia et pediludium.

De esto, como fenómeno social que es, el cine inglés saca partido y muestra diferentes visiones, desde los sueños de fama y triunfo y la representación de los triunfos y fracasos de todo esfuerzo a la fascinación que ejerce la violencia gratuita.

The Damned United (Tom Hooper, 2009)

Con todo, la violencia en el fútbol, aunque muy estridente es un fenómeno marginal; el fútbol es un factor con una relevancia de primer orden en nuestras sociedades. Sirve como aglutinador de la comunidad, como negocio hiper-millonario y como fábrica de sueños para millones de niños y jóvenes de la misma manera que otros fenómenos culturales como la música o el cine lo son para otros tantos.

Alrededor del fútbol se vive. Quizás ya exista menos gente que se marche a la cama sin cenar a causa del disgusto porqué su equipo ha perdido el partido liguero del domingo, sin embargo, la adhesión a los colores de un club, la camiseta de una selección o las declaraciones de un crack, sin duda, han aumentado.

Érase una vez…

¿Qué era el fútbol hace 60 años? En la película United (James Strong, 2011) un futbolista era un ser querido o admirado, aunque no por ser millonario.

En una escena de esta película un veterano del Manchester United le dice en un pub a un bisoño Bobby Charlton que acaba de ingresar en el primer equipo:

“La regla de Oro: No le digas a una chica que eres futbolista. Con un sueldo de 15 libras y una carrera laboral hasta los 40, ninguna querrá saber nada de ti. Mejor diles que eres fontanero o electricista”.

Pero lo mejor, lo definitivo de lo que es el fútbol –socialmente hablando- es lo que el segundo entrenador, Jimmy Murphy, le suelta al mismo Charlton en el estadio de Old Trafford:

“Este campo está situado en la zona industrial más grande del país. –y señalando a distintos puntos de las gradas– Ahí es donde se sientan los chicos del algodón. Allí los carpinteros, los estibadores y los molineros. No tienen nada en común hasta que llegan aquí. Somos su orgullo. Al final de la semana para ellos arreglamos el mundo. Hasta el domingo por la mañana. Y debemos darles lo mejor”.

Definitiva descripción: El futbol no da soluciones a los problemas, pero sí alegrías.

Aficionados, seguidores, fanáticos, hooligans

Si hay dioses, debe haber demonios, e infinidad de acólitos y seguidores de ambos, lógicamente… los hinchas.

The Football Factory (Nick Love, 2004)

El hincha siente más que orgullo por el equipo de sus amores: se apropia del éxito de los jugadores y siente la necesidad de justificar todo lo vinculado al grupo.

Los hinchas de los deportes ven cosas de la misma manera en que los fanáticos ven las controversias políticas, culturales o científicas. Son intransigentes al momento de brindar evidencias y asignar culpas, ya sea que estén hablando de Donald Trump o del cambio climático.

Los equipos deportivos generan no solo una conexión entre jugadores y fanáticos, sino que también establecen vínculos que tienen que ver con las relaciones familiares, las preferencias de colores, los gustos estéticos e incluso con los valores morales.

Arthur Aaron, un psicólogo especialista en relaciones interpersonales, descubrió que al mostrarle a un fanático una foto de su jugador o de su equipo favorito, la respuesta es la misma que al ver una imagen de un ser querido. Ahora entendemos esa mezcla extraña de agresividad implacable y emotividad infantil que tanto hemos visto en algunos (¿algunos?) aficionados.
Puede ser que el fútbol no sea más que entretenimiento, pero para sus seguidores importa. Es completamente racional para un seguidor a ultranza defender su identidad de un ataque externo, así como es racional perdonar los comportamientos erróneos de su equipo. Para el fan se trata de ganar, de que su equipo venza al otro el domingo, y obtener así un antídoto al lento veneno de sus pérdidas personales durante el resto de la semana.

Miradas

Bend It like Beckham (Gurinder Chadha , 2002)

En el cine británico diversas miradas surgen hacia el fenómeno del fútbol; distintos acercamientos que estudian el fenómeno desde lo social (Quiero ser como Beckham – Gurinder Chadha, 2002), lo histórico (United – James Strong, 2011), lo ético (The Damned United – Tom Hooper, 2009) o la exótica propuesta de Ken Loach (Buscando a Eric – Ken Loach, 2009), amablemente transgresora, pisicoanalítica, inclasificable.

Durante los años 80, el fenómeno hooligan tuvo su auge en una Inglaterra sacudida por toda clase de vaivenes sociales. Actualmente parece haber disminuido aunque sigue presente.

En el cine, el foco más popular y espectacular, en los peores sentidos de tales términos, lo aporta la legión de films de temática ‘Hooligan’; es decir, películas cuyos protagonistas son gente agresiva, machista y voluntariamente bestial, cuyo Dios y Ley es la violencia. En la mayoría de estas películas la mirada deriva morbosamente hacia con cuanta avidez atrae el disfrutar u horrorizarse de la rotura de labios, dientes, huesos y músculos. Esto no debe impedir ver que, con más o menos exactitud formal, el fenómeno fue y es auténtico. La violencia, junto a la corrupción y el manejo de intereses políticos del fútbol en Inglaterra, y como no, en todo el mundo, son la cara oscura de este deporte universal.

Trailer de UNITED (James Strong, 2011)
Trailer de THE DAMNED UNITED (Tom Hooper, 2009)
Trailer de BEND IT LIKE BECKHAM (Quiero ser como Beckham) (Gurinder Chadha, 2002)
Trailer de LOOKING FOR ERIC (Buscando a Eric) (Ken Loach, 2009)
Trailer de GREEN STREET HOOLIGANS (Hooligans) (Lexi Alexander, 2005)
Trailer de THE FOOTBALL FACTORY (Nick Love, 2004)
Trailer de I.D. (Identificación) (Phil Davis, 1995)
Trailer de THE FIRM (Alan Clarke, 1988)

El fútbol es un verdadero fenómeno social y por lo tanto, un instrumento de poder. ¿A qué intereses sirve?
Una juventud fuerte, violenta, despiadada. ¿Quién desea que los jóvenes europeos adopten modelos de conducta como estos?

Por suerte, otro tipo de extraños hooligans culturales británicos realizaron en su día este apasionante encuentro Grecia-Alemania con el que deleitarnos con el arte del balonpié: